
En El Molino Psicología estamos convencidos de que la mejor forma de trabajar con las personas es desde la Terapia Gestalt, el cual es un enfoque eminentemente humanista e integrador.
La Terapia Gestalt reúne en su seno la visión clínica centrada en el síntoma y la visión integral centrada en el ser humano. De este modo, se sustenta y trabaja sobre una doble vocación:
Tratar el sufrimiento psíquico y estimular el desarrollo personal.
Puedes venir a El Molino Psicología a trabajar sobre:
- Ansiedad
- Crisis depresivas
- Fobias
- Duelo
- Crisis de motivación
- Ataques de pánico
- Crisis de pareja
- Estrés
- Trauma
- Agresividad
- Etapas de cambio
- Dificultades en la relación
- Obsesiones
- Sexualidad
En El Molino Psicología estamos convencidos de que la mejor forma de trabajar con las personas es desde la Terapia Gestalt, el cual es un enfoque eminentemente humanista e integrador.
La Terapia Gestalt reúne en su seno la visión clínica centrada en el síntoma y la visión integral centrada en el ser humano. De este modo, se sustenta y trabaja sobre una doble vocación:
Tratar el sufrimiento psíquico y la de estimular el desarrollo personal.

Es verdad que hay situaciones y hechos en la vida en los que no se puede volver atrás, pero siempre se puede aprender a manejar sus consecuencias de la manera que mejor conserve nuestra salud mental. Es justo a ese trabajo al que en Terapia Gestalt nombramos como desarrollo personal, y se orienta al mismo tiempo -pues es lo mismo-, hacia el tratamiento del sufrimiento psíquico y hacia la autorrealización personal.
La Terapia Gestalt supera la visión parcial tradicional en psicología planteando la necesidad de recoger e integrar en el tratamiento de la salud mental todos aquellos elementos que den cuenta de la inmensa complejidad que el ser humano entraña: los aspectos corporales, los mentales, los emocionales, los interpersonales, los socioculturales y los materiales.
Como terapeutas, debemos proporcionar a la persona un marco de comprensión empática y de aceptación incondicional, de respeto total por sus sensibilidades y de compromiso inequívoco con ella y con su proceso terapéutico. Esas son nuestras reglas y constituyen los cimientos del vínculo que procuramos construir: un vínculo seguro en el que la persona pueda sentirse cuidada y reconocida tal y como es.
Lo que no haremos será rebuscar ciegamente en tu biografía sin una razón evidente. Lo que sí, acudir a tu historia cuando sea apremiante para entender como te desenvuelves ahora. Así, el presente es nuestro punto de partida y será también nuestro punto final: completando el círculo, del presente al pasado, y del pasado al presente. En un ciclo que va de hacernos conscientes de nuestra experiencia actual, pasando por comprendernos en los sufrimientos de “allá y entonces”, hasta transformar los malestares de “aquí y ahora”.
Puesto que somos seres complejos -somos en relación-, la Terapia Gestalt busca desarrollar una visión de conjunto, una mirada lo mas completa posible que permita tanto al terapeuta como a la persona que acude a terapia identificar e integrar qué aspectos personales y qué circunstancias vitales están involucradas en sus momentos de crisis.
La adolescencia es ante todo el gran reto de madurar. Para la Terapia Gestalt, madurar es fundamentalmente dos cosas: integración y responsabilidad. Dicho de otro modo, es descubrir quién se es y hacerse cargo de quién se es, lo uno mas lo otro, sin que pueda darse lo uno sin lo otro. Madurar es responsabilizarse de uno mismo, de lo que se desea y de lo que le viene. Para ello, el adolescente ha de atravesar el impasse de dejar de depender de otros adultos: ha de desarrollar sus propias estrategias y recursos para hacer frente y dar forma a la vida que irrumpe ante sí.
La terapia tiene como objetivo despegarnos de nuestros sufrimientos para retomar desde un lugar activo, novedoso y saludable el pulso vital de nuestra cotidianidad. Devolvernos al presente, volver a conectar con sus constantes, y lo hacemos aprendiendo a manejar nuestros malestares mediante el conocimiento de los mismos y el despliegue de las habilidades que nos permitan recobrar nuestro centro de gravedad.
En esto de vivir, todas las personas convivimos con un cierto grado de bloqueos, de cambios anímicos, de ansiedad o de cualquier otra forma de sufrimiento psíquico. Ello también hace parte de la vida. Asumir nuestras limitaciones es para cualquiera un ejercicio continuo e innegociable.

Te recomiendo que vengas al Molino…
…si alguna de estas afirmaciones tienen que ver contigo
– Te gustaría conocerte mejor a ti mismo/a y lo que quieres para tu vida
– Te sientes sin fuerzas para afrontar tus dificultades
– Te ves incapaz de hacer cosas nuevas o diferentes
– Te sientes menos valioso/a e importante que los demás
– Entras en bucle con tus pensamientos
– Te despiertas bajo/a de ánimos y sin ganas
– Pasas los días cansado/a sin una razón aparente
– Te cuesta sentirte cómodo/a en situaciones de intimidad
– Convives con un sentimiento de inseguridad que no puedes controlar
– Sueles estar irritable
– Estás en un momento de cambio y necesitas ordenar tus ideas
– Vives como en un estado de alerta constante difícil de explicar
– Estas atascado en una ruptura amorosa que no queda atrás
– Quieres aprender a manejar tus emociones de forma mas equilibrada
– Te encierras en ti mismo/a y te aíslas de los demás
– Imaginas con angustia aquello que no quieres que pase
– Te invade durante días un sentimiento de tristeza
– Tus obligaciones te producen un profundo malestar
– Tienes miedo de enfrentarte a situaciones importantes
– Te sientes solo/a
Este principio de inclusión se basa en una premisa tan potente como sencilla: incorporar y dar encaje a todos aquellos conocimientos y herramientas que hayan demostrado ser eficaces para el abordaje terapéutico de unas o varias formas de malestar psicológico. Sin importar de que escuela procedan, poniendo por delante siempre el criterio de su validez y utilidad. Lo que la Terapia Gestalt hace es unificar todas esas influencias bajo un mismo lenguaje y una misma matriz, adaptándolas a su propia teoría y aplicándolas de acuerdo a las bases de su poderosa metodología.
En la Terapia Gestalt, los terapeutas no nos mantenemos impasibles e indolentes ante las vivencias y las realidades de las personas que acompañamos, sino que mostramos de forma abierta y coherente nuestras formas de pensar y de sentir ante ellas. No por ello abandonamos nuestra función terapéutica, sino al contrario, hacemos palpable que la persona acompañada tiene delante a un profesional que, al mismo tiempo que atiende a su actividad facultativa, también es capaz de proporcionar amparo y escucha e implicarse verdaderamente en su experiencia y en su proceso.
No debemos incurrir pues en hacer juicios de valor sobre la persona, en invalidarla o rechazarla, y tanto menos en presionarla para que adopte unos u otros comportamientos o manipularla para que se ajuste a nuestros puntos de vista. En su lugar, la Terapia Gestalt trabaja sobre la base dialéctica de que la persona tome en nuestro encuentro las riendas de su propio proceso y se conduzca por él de forma deliberada, natural y consciente.
De entre todas las pautas, quizá la mas importante sea la sustitución de la pregunta clásica en psicología “¿por qué?”, que invita a incesantes interpretaciones e intelectualizaciones del problema que a menudo son infructuosas, por la búsqueda de qué, cómo y para qué, las cuales centran y agudizan la exploración de la experiencia y conducen directamente a la comprensión y cohesión de la misma.
La terapia es un proceso que pasa por conocernos a nosotros mismos, cómo nos relacionamos, nuestro mundo afectivo y emocional. Por identificar cómo pensamos y desde dónde actuamos, por reconocer qué partes de nosotros rechazamos o desconocemos. Que podamos conectar con lo que verdaderamente necesitamos y deseamos, atravesar lo que nos asusta y nos duele, entender lo que nos bloquea e interfiere en nuestro bienestar. Darnos cuenta de cómo interpretamos lo que vivimos y el significado que damos a nuestra experiencia y a nuestra historia.
Es, en definitiva, un lugar donde apoyarse en su proceso de maduración. O lo que es lo mismo, en su proceso de ir dotando de significado a sus experiencias y construyendo una forma de ser mas completa, adulta y saludable. La finalidad de la terapia es siempre la madurez, pues cuanto mayor sea esta, mas facilidad tendrá para moverse en el mundo como persona independiente y para realizar por sus propios medios la vida que por sí misma decida tener.
Nuestros sentimientos y nuestros estados de ánimo son cambiantes y de hecho es así como debe ser. Somos atravesados por nuestras distintas realidades y por tanto estas nos afectan emocionalmente. A eventos alegres, sentimos alegría, y a eventos tristes, tristeza. Esto, que a simple vista parece una obviedad, en realidad esconde el secreto del discurrir interno de cualquier persona saludable: estar sintonizados con el mundo es una señal inequívoca de un buen equilibrio psicológico.
Vamos a terapia con la esperanza de recuperar nuestro equilibrio emocional, de poder dotarnos de un lugar adentro tranquilo y confortable, de encontrar un lugar afuera que nos llene y en el que nos sintamos queridos, de hacer de nuestra experiencia algo que para nosotros tenga sentido.
Llegamos con la esperanza y nos vamos agradecidos.
“Soy un apasionado de las humanidades en general y en particular de todo aquello que nos hace humanos. Es por ello que aprecio especialmente el contacto, la intimidad y el intercambio que se produce en una sesión de terapia. Disfruto con mi trabajo y espero nunca cansarme de ello, pues hacerlo es seguir aprendiendo de la persona que tu y yo somos, de lo que da sentido a nuestras vidas, lo que nos mueve, nos afecta, nos hace vibrar y nos realiza.”

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