- Por qué elegir Terapia Gestalt -

          – Rigor, Experiencia y Humanidad –

 

La Terapia Gestalt es una escuela psicoterapéutica que desde sus orígenes irrumpe con fuerza entre las teorías clásicas de la psicología por su enfoque humanista e integral del ser humano, del trabajo terapéutico y de la salud mental. Estas cualidades hacen que destaque dentro del panorama psicoterapéutico actual como una forma especialmente completa, robusta y versátil de abordar el trabajo terapéutico. 

 

 – Visión integral del ser humano –

 

La Terapia Gestalt supera la visión parcial tradicional en psicología planteando la necesidad de recoger e integrar en el tratamiento de la salud mental todos aquellos elementos que den cuenta de la inmensa complejidad que el ser humano entraña: los aspectos corporales, los mentales, los emocionales, los interpersonales, los socioculturales y los materiales. Ello le confiere la capacidad para actuar adecuadamente sobre cualquiera de las variables que juegan un papel sobre la vida y sobre el sufrimiento psíquico de cada persona.

En Psicología es habitual encontrar que las diferentes escuelas se especialicen en algunas de las esferas del ser humano y que en esa inclinación tiendan a desatender las otras. Unas se centran mas en el comportamiento que en lo emocional, otras se orientan a lo mental sin atender lo corporal y otras se enfocan en lo social y no tanto en lo personal. Algunas miran tanto al pasado que a menudo pierden de vista el presente, y otras estrechan tanto el foco en el presente mas inmediato que olvidan el pasado que nos permite comprenderlo y pensar mas allá.

 

– Vocación inclusiva –


La Terapia Gestalt incorpora y acomoda para sí muchos de los saberes y fundamentos de otras importantes corrientes de la psicología como la terapia cognitivo-conductual, la terapia sistémica o el psicoanálisis moderno.

Este principio de inclusión se basa en una premisa tan potente como sencilla: incorporar y dar encaje a todos aquellos conocimientos y herramientas que hayan demostrado ser eficaces para el abordaje terapéutico de unas o varias formas de malestar psicológico. Sin importar de que escuela procedan, poniendo por delante siempre el criterio de su validez y su utilidad. Lo que la Terapia Gestalt hace es unificar todas esas influencias bajo un mismo lenguaje y una misma matriz, adaptándolas a su propia teoría y aplicándolas de acuerdo a las bases de su poderosa metodología.

 

– Versatilidad metodológica-

 

La Terapia Gestalt es capaz de adaptar su metodología con facilidad para adecuarla a las características particulares de la persona, a sus fuentes de sufrimiento y a sus demandas específicas. Puede, de esta manera, escoger entre los dos modos tradicionales de intervenir, decantándose mas por un estilo u otro o combinando ambos dependiendo de qué y de cómo la persona desee trabajar:

De un lado, puede centrar su interés en el presente inmediato de los malestares psíquicos, delimitando el foco sobre los síntomas y los contextos en que se producen. Desde este punto de vista, la terapia sitúa su intervención en los síntomas, tratando de identificarlos y de encontrar soluciones concretas para ellos.

Del otro, puede orientar su trabajo hacia el ecosistema total de la persona que somos, complementando la acción sobre el síntoma con una perspectiva de conjunto de la persona en relación a su sufrimiento psíquico y también a su desarrollo humano. Desde este punto de vista, se incorporan al proceso terapéutico todos aquellos aspectos de la persona, de su entorno y de su vida en general que pueden estar incidiendo negativamente en sus dificultades del momento y también en los que quiera centrarse para su crecimiento personal.

 

– Transversalidad –

 

En psicología nos encontramos con que muchas veces el trabajo de superficie, centrado en el síntoma, resulta insuficiente por faltarle un trabajo de profundidad, centrado en la persona en su totalidad. Los síntomas que experimentamos no solo tienen que ver con los hechos mas inmediatos, pues no todo empieza y termina en una relación simple de causas y efectos aislados del presente y el pasado reciente. Los síntomas no son mas que la expresión última de nuestras tensiones y en su origen no solo están los acontecimientos que los desencadenaron sino también unas formas desfavorables de actuar, de pensar y de relacionarnos con nuestra realidad.

Dicho de otro modo, los síntomas guardan siempre una estrecha coherencia con la persona que somos, y lo que hace verdaderamente robusta, eficaz y consistente a la Terapia Gestalt en comparación con otras corrientes es esa posibilidad de complementar el tratamiento directo de los síntomas con la exploración abierta de las personas que los padecen. Solo cuando incidimos sobre nuestras formas y nuestros modos podemos obtener la garantía de que nuestro trabajo prospere y perdure en el tiempo. Por ello, en terapia no solo es necesario actuar sobre los síntomas sino también sobre aquello que hay en nosotros que los refuerzan, los mantienen y que podemos cambiar. 

Es verdad que hay situaciones y hechos en la vida en los que no se puede volver atrás, pero siempre se puede aprender a manejar sus consecuencias de la manera que mejor conserve nuestra salud mental. Es justo a ese trabajo al que en Terapia Gestalt nombramos como desarrollo personal, y se orienta al mismo tiempo -pues es lo mismo-, hacia el tratamiento del sufrimiento psíquico y hacia la autorrealización personal.

Todo ello hace de la Terapia Gestalt un recurso idóneo tanto para tratar los malestares psicológicos como para facilitar el desarrollo personal. Unido al estilo eminentemente humanista del terapeuta, pone a disposición de las personas un lugar cuidado, seguro y cercano donde emprender un proceso que vincule los aspectos mas sustanciales de su salud mental con el desarrollo humano en su camino hacia su autorrealización y hacia su bienestar.

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