Poema del molino viejo (Canción de la terapia)

Se oyen los crujires de la madera del molino viejo, calla el monte. Marcha el molino imperecedero, mas antiguo que el río y que el lecho sobre el que se levanta. Mas antiguo aún que los carvallos de donde fueron talladas sus cucharas.

Se oyen los crujires de la madera vieja del molino, que responden con su diálogo animado al golpeteo incesante de las aguas que lo encuentran a su paso. Marchan molino y rio en una danza solidaria perfectamente acompasada.

Se une al baile en el chozo la muela hambrienta bajo su tolva. Se abre la danza a tres dando comienzo a su trabajo. Se derraman los granos por el canal hasta ocupar su lugar bajo la boca de granito. Pesan sobre ellos mas la tenacidad que el tamaño o que sus kilos.

Machaca la muela el grano incapaz de perder el ritmo, imposible salirse un pulgar de su eje de rotación. Se escucha perpetuo el susurro cuando va rompiendo el cereal en pedazos mas pequeños. Y a cada vuelta, mas pequeños. Y a cada vuelta, mas pequeños. Se entona adentro la suave canción de quien convierte en harina el trigo.

Lo que al principio era duro grano el trabajo lo ha convertido en harina. Fino polvo alimento del vivo, sedoso y sucio de manosear, celebraremos con pan y roscas ahora que al fin lo podemos tragar. Ya no es el grano crudo al que ni el mas rudo quiere hincar el diente. Ahora que es harina el grano ya lo podemos asimilar.

Parte a terapia el amigo, la abuela, la esposa y también su marido, a poner bajo la muela recia los granos sufridos de su pesar. Parte a terapia mi amiga y lleva al molino los granos de tu lamento, que por duro que sea el trabajo bien valen las penas para remontar. Que por duro que sea el trigo el molino viejo lo podrá trillar.

Álvaro Vicente Rodríguez